01 d’octubre 2011

La sintaxis de la vida


Profesor de lengua y literatura durante unos 30 años. En sus aulas había niños de esos remilgados y con aires de grandeza, vestidos con camisas a rayas de cuello blanco y con el pelo en brillantina. Que si la sintaxis, que si la gramática. Tener que vivir con los nervios y la ansiedad sin mostrarse débil ni vulnerable, pero por dentro estaba como una medusa en una orilla, todos mirándole y pinchándole con ramitas de algún arbusto.

La sintaxis no me entraba, tampoco la física durante una época o la ingeniería de fluidos. A veces hay cosas que se te cruzan hasta que las enderezas o las pones del revés. Con paciencia y meticulosidad me ayudaba a hacer los análisis sintácticos, a poner recto todo aquello que se había cruzado por el camino poniéndome la zancadilla.

Por si no fuera poco vivía imbuido en un ambiente casero sumido en una locura alimentada por todos los elementos de su familia, o al menos esa era mi sensación de adolescente. Nunca entendí como un hombre tan bueno podía tener esa naturaleza de resignado estoicismo ante su presente. Me imagino que su interior poco a poco se iba pudriendo con la inestabilidad mental reinante a su alrededor, pienso que eso me pasaría a mi en el caso que me quedase inmóvil y petrificada en mi propio destino.

En todo este tiempo había quedado en un recuerdo residual que solo emergía al recordar la sintaxis, al pasar cuando salía por la ciudad por las calles en las que vivía con su familia, cuando pensaba en los numerosos domingos o en las nocheviejas pasadas con ellos hasta bien pasada la adolescencia. Se fue difuminando y quedó en el baúl de los recuerdos, a veces incluso con un punto de amargura al salir de él.

Después de tanto sacrificio, de tanta amargura, de tanta generosidad y de tantos valores positivos propagados durante toda una vida asaltó de nuevo mi consciencia. Pocas semanas después de jubilarse había sido arrollado con su mujer por un automóvil. Su corazón se paró en seco. No le dio tiempo a recibir de vuelta todo lo que había dado.


3 comentaris:

  1. Te acompaño en el sentimiento

    ResponElimina
  2. Lo siento. No obstante, te diré que ya le devolviste gran parte de lo que te dio, Quizá sin tu saberlo y en el mismo día a día. En el mismo momento en que te explicaba la sintaxis. Tal y como lo describes, debió de ser un alma grande.

    ResponElimina
  3. No sé, es lo que pienso y siento ahora... después de un laaaargo impas en nuestras vidas. Y de repente ya no está, Y de repente ya no estás.

    ResponElimina