27 de gener 2013

Parte de mí a ti


The straight line does not exist by AlegriaDeLaHuerta


No puedo con el peso de mi vida, así que me dedico a vivir las vidas de los demás. No me doy cuenta pero exhibo una satisfacción adornada con un punto perverso de egoísmo raído. Les resuelvo los problemas con los que yo mismo no podría, pero lo hago. Escojo de quién me siento responsable, cuando fijo mi vista ya no puedo separarla y empiezo paralizando mi vida para ofrecérsela. La energía trasciende mi cuerpo para transformarse en ternura y positivismo. No todos la pueden disfrutar. 

Mis gestos y palabras se retraían para no ponerte en el aprieto de que te sintieras en deuda de algo para lo que tus sentimientos no emitían cheques. Hubo unos días que no te vi y me dí cuenta que, aunque yo no lo había hecho, mi corazón sí había empezado a cruzar la línea roja. A través de las instantáneas veía tu vida: esos chapuzones, esas llamas apagadas, ese plato de pasta y, de repente, salían del papel para verlas en movimiento. El papel que jugaba se había ido transformando a medida que habías decidido que formase parte de tu vida. Me impregnaste de todo tu olor, te fuiste quedándose él para recordarme a cada instante que nunca estarás aquí. Entonces me quedé con esa sensación de tener el mono, deberme desintoxicar por mi propia salud pero tener demasiado deber para poderlo hacer. Y quizás la vida no esté entera mientras no pueda dedicar parte de mí a ti. 

Pero te llamaré y te diré:
     - No puedo continuar así, me estoy enamorando de mis caricias y de tu calor. 

No servirá de nada, decirlo o guardarlo prisionero en una caja. Yo moriré desfallecido en el suelo de una gran plaza o tú morirás en esa tuneladora que conduces hasta los infiernos.



Este texto fue publicado por primera vez en Contra-Escritura (27.12.2012)

08 de gener 2013

Segundo parto continuo


Durante unos días estaré en la niebla, vagabunda arrastrando los pies y hecha un ovillo. En realidad serán pocos, menos que los dedos de una mano. Un segundo parto continuo en el que no reflexionar porqué he llegado a este punto.

...podría morirme.


06 de gener 2013

Mientras lees


Escribo a mano una carta de trabajo que no hay manera de desencallar mientras tú te hallas sumergido en un libro que devoras como yo lo haría con los churros que han pedido las chicas del fondo. De vez en cuando dejas de pasar página para tomar alguna anotación, a veces cuando vuelvo de tu casa de madrugada, antes de que mis neuronas se paralicen por el frío, me pregunto qué anotas, si son extractos del texto, si son imágenes que te sugiere, si son pasajes de tu vida o si, por lo contrario, algún día aparecerá mi nombre entre tanta literatura. Mi ego controlado y anclado en el fondo querría salir con bata de seda bajando las escaleras para postrarse en un diván como tu musa, pero ahora mismo está distraído en sobrevivir al día a día. 

Hacía tiempo que no lo sentía pero el vértigo ha aparecido de nuevo. Solía hacerlo en medio de travesías por la montaña o en sueños en los que no lograba bajar escaleras kilométricas sin acabar tropezándome. Pero ahora me suele asaltar cuando tengo que afrontar grandes retos que se transforman en incomprensibles montañas kilométricas. Sentada frente a unas hojas el vértigo se agudiza. Te miro y sigues en tu mundo, como siempre. Se suceden ideas e imágenes sobre las innumerables veces que he intentado afrontar y racionalizar este vértigo. Cojo otro folio y mirándote te describo esta espiral de miedo que me invade. Tiemblo a medida que escribo hasta que el vacío me encoge el estómago.

Bien podría haber jugado a escribirte una carta de amor. Hubiera sido un momento perfecto, no tan francés como querríamos, pero lo suficientemente cinematográfico como para animar esta relación nuestra nada convencional. Pero he gastado esta oportunidad en escribirte unas letras sobre mi irresoluble posición frente a los retos que me pone la vida. Lo doblo y te lo pongo debajo del libro mientras hablas por teléfono. Pensarás que es un poema o que he escrito alguna cosa bonita sobre ti, pero no sabes que no, que de repente me ha dado por vomitar mis miedos en un papel y pasártelos. Quizás sea absurdo por mi parte hacerte partícipe. Cada vez siento que necesito equilibrar esto y sepas quién soy, nada que ver con una máquina de acariciar activada con monedas.

Cuelgas rescatando mis palabras de un papel que me preguntas si es para ti, y yo ahora te lo arrancaría de las manos y lo substituiría por cualquier ñoñez que cumpliera nuestros estándares de romanticismo y buenismo.

Vértigo
Temblor
Vacío