Paseo bajo la lluvia de azahar y la nieve de chopo mientras el sol va escondiéndose y marca los tejados. La melodía de los pájaros y el perfume de las calles me inunda hasta caer rendida a sus pies. Subo una pequeña calle empedrada sin salida. Me siento en la salida de una cochera marcada por el tiempo y cierro los ojos. Entro en un éxtasis donde empiezo a ver poetas andalusís recitando por las calles mientras la ciudad en pleno apogeo vive su florecimiento cultural. Después de unos días paseando por sus calles nos planteábamos el plantar nuestro bolet allí y pasar una temporada.
Córdoba, 2.4.2008