12 de febrer 2017

Dar el salto


Homme effectuant un saut por Ettiene Jules Marey

Y entonces das el día por terminado. Aún luce el sol, pero no sabes, no quieres, arreglarlo. Meterte en la cama y desear que sea otro día. Como si no se pudiera arreglar este, como si tuviéramos la certeza que llegaremos vivos al siguiente.

Es recurrente e interminable, esta sensación de que nada se acaba, hasta que se acabe la vida. Este peso que te reta cada amanecer, a ser tú o seguir la manada, a levantar la voz o maquillarte en camuflaje, a mudarte en la sencillez o seguir atrapado.

La pesadez del cuerpo y el pasado no te permite dar el salto. Solo puedes arrastrar la planta de los pies, quizás en la buena dirección.


02 de febrer 2017

Lo que me mata


Dicen que ahora los pobres ya no son tan solo los que viven en la calle, sino personas de a pie que trabajan pero que con su salario no son capaces de llegar a final de mes y tener una vida saludable. Los trabajadores pobres son una nueva clase en España, el rango laboral que más crece en España. Así estamos, que antes hacías más horas que un reloj, no se te pagaban esas horas y por lo pronto ni se te daban las gracias. Entonces llegan los recortes presupuestarios, la reducción de horas y la reducción de sueldo. Lejos queda aquella vez en la que tu otro jefe encontró un apaño de contrato hasta que llegase el siguiente, y se te caía el alma a los pies cada vez que veías el ingreso a final de mes, pero qué carai, eras joven, compartías piso, te ibas a comer el mundo y no eras consciente de mucho más. Pero es ahora, cuando te has independizado, porqué no es pedir mucho llegar a la cuarentena limpiando tu propia mierda, y entonces llega ese día en el que tus cálculos de un modesto refugio por un tercio de tu salario se desbarajusta del todo. Recortes presupuestarios, reducción de horas, reducción de salario y no te das cuenta hasta que llega la primera nómina. Principios de mes, has pagado el alquiler y la tarjeta de crédito, pero ya no te quedan más que cien euros para pagar el teléfono que acorta los miles de kilómetros a los que está tu pareja, la terapia para sobrellevar la toxicidad laboral y demás traumas, el transporte al trabajo, la electricidad de un invierno que ha revolucionado los precios, la comida y el respirar, ah no, perdón, que por respirar no cobran, aún. Y ahora sí, tienes más horas libres en las que no te sientes esclava, pero no puedes estar en casa porqué sino gastas luz y gas, y así empieza todo un declive que te mata, porqué lo que mata no es el alcohol o la obesidad, lo que te mata es la pobreza, lo que me mata es ser un trabajador pobre.