[...] la regla número uno del oficio: no cruzar jamás la raya que separa la literatura y la vida. [...]Susana Fortes (ElPaís, 10.VII.09)
El recorte de periódico cada vez está más sobado. Lo voy a tener que plastificar. Hoy lo he leído dos veces. El día que lo compré debí leerlo una veintena de veces, sería por el miedo a olvidar de recortarlo y con eso el hecho que la regla número uno también quedase en mi olvido. Un cuento magnífico el de Susana. Después de leerlo y releerlo, ya no sé el número total de veces, me asalta la duda de si es cierto el cuento o no, y con ello las ganas de saber a cual de sus libros se refiere. Cual fue el libro que aquel napolitano leyó reviviendo aquel verano londinense del 80, mi primer verano. Sea como fuere, no sé si seré capaz de ser fiel a este primer mandamiento. Debería serlo y no dejar que la literatura y su ficción me inunde. No conozco aun el método para hacer que las variables de un lado no pasen al otro de la fórmula, pues entonces pasan con signo negativo y eso no lo queremos. No lo queremos. Pero el lado de la literatura ahora mismo tiene tanta luz que por suerte es capaz de iluminar un poco la vida. Por qué no debería dejarle esa intromisión, por qué no. Pero claro deberé seguir llevando este recorte sobado en el bolso, en el libro, como punto de libro que me recuerde cada vez que hay límites que se deben respetar.