08 de febrer 2014

Vidas ~ III


- Perdona que te pare, pero es que la pareja de mi madre nos ha puesto un candado. ¿Te importaría dejarme tu teléfono para hacer una llamada?

Ella se lo quedó mirando. Era un chico joven, delgadito y tímido. Su madre y su hermana le esperaban cabizbajas delante de los contenedores de la basura.

Ella empezó a mirarse por dentro y a imaginar qué es lo que podía pasar. Podía negarse a la llamada de urgencia, caminar unos pasos hasta la entrada de su casa y volver a disfrutar de su anodina vida. Por otro lado podía dejarle el teléfono a ese chico para que llamase a un cerrajero, o para que simplemente saliera corriendo con un teléfono que no le pertenecía.

Y ahora, después de tres días sigue pensando en ese chico. Si era verdad que les habían puesto un candado. Si era verdad que las dos mujeres eran su madre y su hermana. Si era verdad que quería llamar a alguien. Si era verdad que no saldría corriendo con un teléfono ajeno. Si... si... si... pero se acabó el crédito de una sociedad que ya desconfía incluso del que tiene más cerca.


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