En aquellos días iba diciendo que todo se debía probar. Que había comprado una lata de atún de la marca día y era horrible, pues tenía las migas de atún flotando en el aceite de girasol. Que la había probado y nunca más la compraría, pero que había comprado otros productos de esa marca y sí que eran buenos. Así que, mi filosofía de consumo de alimentos parecía forjarse de una forma sólida.
Eran esos días, los primeros días de la independencia.
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