En la cama. Hace dos días que no nos separamos el uno del otro. Abrazados. No puedo abrir los ojos. Cansada, estoy cansada. Está ahí lo sé. Alargo mis brazos palpando la cama, pero no está aquí. Todo ha sido un sueño, no ha habido él, no ha habido abrazo, no ha habido nada de nada. Hay cosas que no cambian nunca, de nuevo los Clap Your Hands Say Yeah sonando para el post-it del oyente en Músicaes3 (Radio3). Cabizbaja voy hacia la ducha. Vuelvo, más despierta. Tropiezo con una mochila llena de discos. Giro la cabeza y en el colgador una toalla y una camiseta. Me visto y sobre la pila de libros de mi mesita de noche una nota escrita en naranja. Su mochila, su toalla, su camiseta, su nota ... será verdad, será un sueño, será una ilusión, será un deseo.
Una lágrima deslizándose levemente por la mejilla.
Leído en la sección El post-it del oyente de Músicaestres (Radio3) [22.02.07]
Què t'he de dir? Una mica d'alegria, dona... Petó.
ResponEliminaQué párrafo tan melódico, niña.
ResponEliminaClap, Clap, Clap.
la mochila llena de discos, ¿era un top manta?
ResponEliminaQuizás lo importante sea el sentimiento, y dé igual si es cierto o no lo que vemos. Si es nuestro cerebro el que nos quiere hacer ver lo correcto, si es la ilusión del primer beso que ha vuelto de repente... Sólo intente disfrutar del momento.
ResponEliminaP.D. Me han salido unas extrañas rimas en el texto. Saludos de fin de semana!!
pues poco más que añadir a lo que decía jesus.
ResponEliminaA animar-se toca..
Estoy demasiado solo en el mundo, y con todo no lo bastante solo
ResponEliminapara consagrarte todas las horas.
Soy demasiado insignificante en el mundo,
pero con todo no lo bastante pequeño
para ante ti como una cosa ante ti,
oscura e inteligente.
Quiero mi voluntad y acompañarla
por los caminos, hacia la acción;
y quiero en tiempos silenciosos, como vacilantes,
cuando algo se acerca,
estar entre los sabios,
o estar solo.
Quiero reflejarte siempre de cuerpo entero
y quiero no ser nunca ciego o demasiado viejo
para guardar tu densa y oscilante imagen.
R. M. Rilke, El libro de las horas