26 de desembre 2015

Al que llegó a mí


Entonces el azar llegó a mí y lo dejó todo patas arriba. Como adolescentes bebemos del sudor de nuestros cuerpos llegados al éxtasis y no pensamos en que al despertar alargaremos el brazo al otro lado de la cama y no estará allí. La vida se ha convertido en una retahíla de futuros y de distancias irreconciliables. Suerte que la madurez le da un tono de sabiduría y paciencia que nos permite volvernos locos sin perder la cordura. O eso querría pensar...

...sabiendo que al final acabaría llegando a mí y nos volvería locos!


4 comentaris:

  1. Los cuerdos han llevado al mundo a un estado en el cual solo los hedonistas pueden disfrutar. No ser hedonista y no disfrutar, no merece el auto-perdón necesario para que lleguemos a pensar en que queremos ser parte del futuro, ni la aprobación implícita en hecho de que los cuerdos nos llamen locos.
    Así que yo diría: disfrutad de la locura mientras el cuerdo mundo os lo permita...

    ResponElimina
    Respostes
    1. Incluso el hedonismo puede esconder sufrimiento...

      Elimina
  2. Me parece que la capacidad de sentir -y por ende sufrir- fué codificada en un conjunto de genes del cual derivamos junto a un montón de otras especies con las cuales hemos evolucionado en forma paralela. Sufrir es inherente a nuestra naturaleza y no hay hedonismo que nos ponga a salvo de ello. Tal vez la diferencia es que nuestro conjunto de genes alcanzó un status en el que podemos manipular el sufrimiento, ademas de comunicarlo en forma intra-específica y tambien, aunque rudimentariamente inter-específicamente.
    Si, ya se, no es muy poético ni muy literario... pero me entrego al mandato: a la racionalizacion, como a una forma de manipular los sentimientos.

    ResponElimina