En una plaza con fuente... sí, una de esas que parece que lo ilumine todo, no creo que se asemeje a la Fontana di Trevi pero alguna retirada debe tener. Empiezo otra vez, que me he liado...
Mientras la fuente de la plaza nos iluminaba no podíamos desviar nuestros ojos de las pupilas del otro. Entre tanto el mundo giraba y giraba mirándonos inmóvil. Entonces, con las manos cogidas y acariciándonos las uñas, incesantemente repetimos a nuestras almas, como si de un mantra se tratase, que solo éramos amigos y que ningún horizonte, ahora ya tan lejano, volveríamos a cruzar.