30 d’octubre 2009

Dopaje vital


Olvidé escribir sobre la sencillez de tus actos. No los documenté y quedaron suspendidos en el aire. Formaron nubes de algodón blanco eléctrico que viajaban a merced de mi estado de ánimo. Pero llegó el momento en el que desapareció el dolor de las heridas que lentamente se habían mimetizado con los huidizos tatuajes. Sin darme cuenta se desvanecieron e intenté todo tipo de métodos artificiales para crear nubes, tormentas, vientos huracanados y copos de nieve que planearan de nuevo sobre mi cabeza. Un sin fin de mezclas acrobáticas y giratorias que provocaban picos de adrenalina y oxitosina en sangre. Al hombre del tiempo se le salían los ojos cuando miraba de reojo los mapas meteorológicos, intentaba atraer anticiclones mientras las altas presiones se alejaban de sus dominios sin remedio. Fue así como una pequeña mota de polvo en este rincón del planeta provocó un pequeña ola que se amplificó de tal manera que salimos todos volando fuera de la atmósfera y sin fuerza de rozamiento nos quedamos moviendo piernas y brazos en movimiento rectilíneo infinito.


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