Una familia verde

 Jardín vertical by Lost in Anywhere

Se'm moren les plantes i em poso molt trist
Però no perdo l'esperança
Compro llavors al florista cada matí.

Se'm moren les plantes (Mazoni)

Amarante vivió una vida repleta de verdes, de la que tampoco excluiríamos algún que otro viejo verde contando chistes verdes. Pero un día explotó para verlo todo naranja, de lo que no se escaparon naranjas y calabazas. Entonces cuando todo aquel subidón de la paleta cromática se calmó fue capaz de encontrar un maridaje cuanto menos poético entre el verde de su infancia y el naranja de su juventud. Pasaron los días, las semanas, los meses y todo discurría dentro del equilibrio cromático. Sucedió lo que nadie se esperaba, ni Amarante misma. La chica rubia de pelo largo y lacio le dejó a su cargo un Ficus benjamina largo y lacio. A medida que pasaba el tiempo había desarrollado una inusitada tendencia al suicidio, pero Amarante siempre la rescataba ante cualquier ventolera suicida. En uno de sus paseos se topó con Hiroko durante el que hablaron largo y tendido, juntaron sus espaldas y tras una larga siesta se despidieron para seguir sus caminos no sin antes desprenderse de una Dieffenbachia que había sufrido mucho en los últimos meses. Hiroko pensó que Amarante sería la mejor persona para hacerla revivir devolviéndola a sus momentos más esplendorosos. No hay dos sin tres y la familia fotosintética de Amarente aumentó con una Saintapulia ionantha rebosante de vida y de color. Un violeta que nunca había visto antes y que acabó dando sentido a su vida. En aquellos momentos de crisis decidió abrir su propio negocio y crear una residencia de plantas, para aquellos que vuelven a su país, aquellos que emigran a otro, aquellos que vuelven a su casa en preparación de la gran partida.

Las plantas deben ser amadas, ellas también contestan.